lunes, 2 de noviembre de 2015

En Busca del Cristianismo Ebionita y Nazareno –Parte I

Piscina Bautismo o Mihveh en Khirbet Qumran

I-Breve Panorámica

Las conexiones entre la comunidad de Qumrán, los Esenios y Jesús, son varias. Ya vimos una, señalada por el ex-Papa Ratzinger [1]


No es enteramente cierto que Yahshua fuese esenio de pura cepa, aunque muchos de sus seguidores lo eran, así como uno de sus instructores, Juan el Bautista. Es cierto, en cambio, que Yahshua se crió con la rama de los esenios, conocida como Nazarenos, y probablemente amplió su formación con los Esenios del Sur.

Y para aclarar estos matices, ha llegado la hora de mostrar el origen y contexto de todo el asunto, estando ya respaldados por los documentos del Qumrán, los historiadores antiguos e incluso Doctores de la Iglesia. Todo lo cual cambia para siempre la paupérrima visión del cristianismo que se ha tenido durante siglos. 

Abran bien sus oídos y corazón. Algo está volviendo a la vida tras dos mil años de silencio. Y con la evidencia creciente de datos históricos, las posturas dogmáticas pierden fuerza.

En primer lugar, podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que Yahshua se crió en una hermandad del Norte de Israel que llegó a ser conocida como Nazarenos (Netzarim), ligada al término hebreo Netzar (Rama). Estos Nazarenos– estaban hermanados con otras ramas, como los Evyonim o Pobres-Humildes del Qumrán y los Nazaritas o Natzarim, contemplativos, místicos observantes de la Ley e Instrucción Divina (Torah). Poco a poco iremos viendo pruebas de esto.

Hay que recordar que los Nazarenos existían ya desde antes de la era cristiana, como reconoció incluso el Doctor de la Iglesia Epifanio, quien parece vincularlos a los Esenios y los distingue de los Nazoreanos, un grupo judeocristiano del siglo IV  [2]:

Ellos [los nazarenos] no se llamaban a sí mismos nazarenos tampoco; la secta Nazarena existía desde antes de Cristo y no conocían a Cristo. Aunque, como ya indiqué, todo el mundo llamaba Nazarenos al los Cristianos [al comienzo] –Epifanio, Contra Heregías o Panarion 29: 6

...eran judíos por nacionalidad [...], reconocían la Ley de Moisés y creían que había recibido leyes –pero no esta Ley [judaísmo oficial] sino otra. Así, eran judíos que guardaban todas las observancias judías, mas no ofrecían sacrificios ni comían carne. Lo consideraban contrario a la Ley [original]. Alegaban que estos libros [oficiales] son ficciones [alegorías deberíamos matizar] y que ninguna de esas costumbres fue instituida por los padres. Esta era la diferencia entre los nazarenos y los otros [judíos]...Después de esta secta hay otra estrechamente vinculada a ellos, llamados Ossaeans [¿Esenios?]Epifanio, Contra Herejías, o Panarion 19: 5, 6

Los antiguos nazarenos, al igual que los Samaritanos, se oponían a las tradiciones judaicas, sosteniendo que los del sur [de Israel] habían falsificado la Ley de Moisés–The Passover Plot, Hugh Schonfield, p.207.


Esto explica por qué los Evangelios dan a entender que a los nezarenos se les consideraba peligrosos en entornos judíos:

Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Felipe le dijo: Ven, y ve–Juan 1:46

Tratando de preservar la pureza de las enseñanzas proféticas, esa primera hermandad de Nazarenos, obviamente, disponía de lugares exclusivos y apartados de residencia, como probablemente fue la legendaria Nazaret –que seguramente no es la que hoy se conoce como tal [3]:

y vino y habitó en la urbe [polis, lugar comunitario] que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno –(Mateo 2:23)

Y brotará un retoño del tronco de Yeshe, y un vástago/rama (netzar) de sus raíces dará fruto–Isaías 11: 1

De ahí el lenguaje empleado por Jesús: Yo soy la vid y vosotros las ramas (netzarim)–Juan 15:5

Con todo, el término Nazareno no fue popularizado hasta el periplo apostólico:

...hemos hallado a este hombre [Pablo], una peste que excita a sedición a todos los judíos del orbe y es el jefe de la secta de los Nazarenos [gentiles y fariseos conversos] –Hechos 24:5

Las Cartas de Pablo indican que tras 17 años en Siria, formándose especialmente en Damasco, Saul Katan (Pablo) recibió del líder Yakob (Santiago) y sus dos ayudantes Simon Kefas (Pedro) y Yojanan (Juan) –los Tres Pilares de la Congregación Nazarena– un permiso de segunda generación para llevar su Evangelio a los gentiles (Gal 2:9), el cual tenía validez apostólica como parte de la Alianza Renovada o Brit Jadasha (Jeremías 31:31-33).

Pero no fue hasta el 55 A.D aproximadamente que sus seguidores comenzaron a ser llamados cristianos, en Turquía dada la similitud con el culto al dios greco-egipcio Cristo Serapis, que cada año moría y resucitaba, lavando los pecados con su sangre:

A los discípulos [de Pablo] se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía –Hechos 11:25-26

Sin entrar en detalles, hay que decir que con el tiempo, el término Cristianos Nazarenos se perdió en el olvido, sobre todo tras la invasión romana de Jerusalén en el 135 d.C, la cual cortó el débil lazo de unión que ya existía entre los Ebionitas, la Congregación de Hebreos Nazarenos y los cristianos paulinos que se hallaban escondidos en las catacumbas de Roma y otros lugares. 

El Padre de la Iglesia Eusebio de Cesarea, en pleno siglo IV, relató lo siguiente:

He sabido por documentos escritos que hasta el asedio de los judíos por Adriano [135 d.C] hubo en Jerusalén una sucesión de quince obispos, todos los cuales, según se afirma, eran judíos. En realidad, toda la Iglesia de Jerusalén consistía entonces de judíos practicantes que continuaron desde los días de los apóstoles hasta el asedio que tuvo lugar en ese tiempo –Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, Libro IV, C.5

Después de esa fecha, el yugo romano atemorizó a muchas generaciones huérfanas de cristianos que fueron incapaces de comprender el evangelio de Pablo. Y aquellos desdichados, por miedo a la espada, renegaron de las raíces hebreas para escapar de la opresión romana, instaurando una nueva Iglesia con costumbres e ideas paganas, que cristalizaron especialmente en el siglo IV, cuando la Iglesia se alió con el Imperio Romano de Constantino.

Inevitablemente, todo esto diluyó por completo la versión nazarena legítima que Pablo había adaptado para los gentiles y que podemos llamar Katolicismo Nazareno, el cual pervivió en el Gnosticismo Paulino, alcanzando con su eco a los Padres gnósticos del Desierto (Iglesia Katólica Oriental), los Donatistas, la Cristiandad Celta y otros grupos se negaron a convertirse a la religión romana, lo cual costó la vida a muchos. Una historia fascinante que reservo para otra ocasión, pues tiene su enjundia.

Ahora, de la línea judeocristiana surgieron por un lado los Nazoreanos, que trataron de preservar el cristianismo judío:



Estos sectarios no se llaman a sí mismos cristianos, sino Nazarenos–Epifanio de Salamis, Panarion 29.

Los Nazoarenos aceptan al Mesías de tal modo que no cesan de observar la Ley (Torah)–Jerónimo, Sobre Isaías, 8:14.



No tienen ideas diferentes, sino que confiesan todo exactamente como lo proclama la Ley y a la manera judía, ya que están aún apegados a la Ley — la circuncisión, el Sábado, y el resto —no están de acuerdo con los cristianos–Epifanio, Panarion 29

Los Padres de la Iglesia aseguran que estos Nazoreanos sólo empleaban el Evangelio de Mateo en hebreo. Y a Jerónimo, los Nazoreanos le dieron incluso acceso a su biblioteca para que lo tradujera al Latín. La copia fue citada por los Doctores eclesiales en múltiples ocasiones, pero con el tiempo alguien la eliminó por considerarla una herejía.


Por otro lado resurgieron entre los siglos III y IV al menos dos grupos de Ebionitas, según nos cuenta Orígenes, otro Doctor de la Iglesia. Y uno de esos grupos albergaba posiblemente a los verdaderos descendientes de la Congregación Nazarena de Jerusalén. 


En los relatos de Hechos, los Apóstoles aparecen compartiendo bienes, simpatizando con los Evyonim o Pobres, como siempre había hecho Jesús y los Nazarenos.

Sin embargo, a esos Ebionitas posteriores también se les consideró herejes en el siglo IV. Y Eusebio de Cesarea, arzobispo de Roma, mano derecha de Constantino, llegó a burlarse, como ya había hecho Orígenes, diciendo que eran pobres por su pobre comprensión del Mesías.


Con todo, se conservan valiosos escritos Ebionitas (siglos II-IV), como las Homilías Clementinas, atribuidas a Clemente, discípulo de Pedro, y las cuales demuestran una verdadera comprensión de las Escrituras, malinterpretada por quienes creen que eran enemigos de Pablo, cuando no era así. 


De hecho, el verdadero Katolicismo Paulino Nazareno incluía la famosa Llave del Conocimiento que mencionó Jesús (Lucas 11:52), la Jokma Nishtar o Sabiduría Escondida (1 Corintios 2:7-8), transmitida por los primeros Esenios Ebionitas y Nazarenos, protectores de la Primera Torah revelada, de la que ya hablé en Meditando el Padre Nuestro Original.

II-Conectando las Raíces

Tras esta breve excursión, se hace necesario regresar al siglo I para beber desde las raíces, y así restablecer el nexo, y aprender cuál era la enseñanza ebionita y nazarena original, con la reforma llevada a cabo por Yahshua
, una reforma que en modo alguno aborrece el misticismo hebreo, sino que más bien lo reafirma y adapta para los gentiles de los tiempos modernos.

Y según veremos, ya no cabe duda de que los Nazarenos –entre los que se hallaban los abuelos, padres carnales, hermanos, primos y tíos de Jesús, Yahshua–, compartían muchos elementos de vida con las famosas comunidades de Qumrán y Eyn Gedi, zonas contiguas ubicadas en el Sur de Israel, junto al Mar Muerto. Algunos miembros de la comunidad del Mar Muerto encajan con la descripción de lo que antiguos historiadores llamaban esenios, que eran la elite de la elite, los líderes del judaísmo no adulterado. 

Es difícil que los Nazarenos, Qumranitas y Esenios no fuesen ramas del mismo árbol, pues según las crónicas históricas y los documentos del Qumrán, todos ellos compartían estilo de vida, pensamiento y ritos tales como el calendario solar, el bautismo, el simbolismo del pan y el vino durante la cena sagrada (seder), la creencia en una Guerra Santa interior, un Fin de los Tiempos, la preparación para el Camino y la lectura alegórica de las Sagradas Escrituras, entre otras muchos elementos presentes en el Nuevo Testamento, hasta la expulsión de demonios, que era un elemento inexistente en el Antiguo Testamento.


Según los rollos descubiertos en las cuevas del Qumran [4], los miembros de esa comunidad incluían hombres, mujeres y niños, y se autodenominaban: Evyonim o Pobres, Evyonei Jesed o Pobres de la Misericordia, Beni Ha Aur o Hijos de la Luz, Yajad o Comunidad, y los que preparan el Camino (Derek). 

Curiosamente, los Apostoles Nezarenos fueron llamados el Camino (Hechos 24:14). ¿Qué Camino? El de transformación, Justicia interior y Amor al Eterno.

Todo esto ya debería ir despertando la curiosidad e intuición de los fieles buscadores de la verdad. Aunque bien podemos ir anticipando algunas curiosas coincidencias:

Bienaventurados los pobres de espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos–Mateo 5:3

En los textos del Qumrán, el líder de los Evyonim  o Pobres aparece siempre mencionado como Maestro de Justicia, Moreh Tzadik, entorno al cual había siempre doce líderes principales, ayudándole a preparar el Camino en el Desierto. Los Maestros de Justicia se sucedían de generación en generación ejerciendo esa labor.

Tanto Esenios, Nazarenos y Ebionitas aparecen siempre descritos como celosos protectores de la pureza de la enseñanza profética sobre el Camino, al margen de las sectas pervertidas del judaísmo, como fue la secta de los fariseos, doctores de la Instrucción-Ley o Torah, quienes contaminaron dicha Torah añadiendo tradiciones humanas. 


Otro caso claro de corrupción fueron los saduceos, sacerdotes que alegaban descender de Zadok, primer Sumo Sacerdote del Templo, lo cual estaba muy lejos de ser cierto. De hecho, los verdaderos herederos de Zadok, eran posiblemente los Evyonim del Qumrán, pues en algunos textos se autodenominan Beni Zadok, hijos de Zadok.


El término se halla relacionado con el apelativo de Moreh Tzadik, Maestro de Justicia, o Tzadik, Justo.


Y uno de ellos fue probablemente Juan el Bautista, según se deduce de los Evangelios, ya que, al igual que los Evyonim, preparaba el Camino y la venida del siguiente Maestro, que en este caso no era uno cualquiera, sino un Mesías reformador esperadao.

Se llamaba Yahshua, y evidentemente le tomó el relevo, pero ejerciendo una función más abierta y revolucionaria, lo cual explica ese cierto aire de rechazo en su familia nazarena [Marcos 6:3]. Aunque desde luego nadie cuestionó su autoridad, pues al final demostró ser el Mesías 
anunciado en Deuteronomio 18:15.

En su Epístola Canónica, el mismo Santiago, es decir, Yakob ha Tzadik, se refiere a su hermano Yahshua en estos términos:

Habéis condenado al Justo, le habéis dado muerte sin que él os resistiera–Santiago 5:6

Palabras muy similares a las que aparecen en el Documento de Damasco (I:18-21, 4Q267):

 Ellos buscaron interpretaciones fáciles, escogieron ilusiones, buscaron brechas; eligieron el cuello hermoso, justificaron al malvado y condenaron al Justo; transgredieron la Alianza, quebrantaron el precepto. Se unieron contra la vida del JustoEarly Christian Life and Thought in Social Context, Mark Harding, p.301

No hay unanimidad entre los estudiosos acerca de a qué Maestro se refería y en qué época. Pero la temática siempre se repite de un tiempo a otro, pues los enemigos de la verdadera Torah siempre eran enemigos del Tzadik, del Justo. 

Ahora, da la casualidad de que hay una inmensa lista de evidencias que apuntan a Yakob ha Tzadik, el Nazarita, como el sucesor legítimo de Yahshua, que además era hermano carnal, un dato que trató de borrar la Iglesia romana a toda costa, como veremos.

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[1]


[2]


[3] Nazaret no aparece reconocida como ciudad en el siglo I. Ni siquiera Flavio Josefo, el gran historiador de la época, la menciona, a pesar de haber hecho una lista detallada de las 45 ciudades de Galilea, incluida Jafa, que está cerca de donde se halla lo que hoy se conoce como Nazaret. 

La Nazaret actual fue popularizada por la emperatriz Helena, madre del cristianismo, y del emperador Constantino, sumo reformador del mismo, tanto por acción como por omisión. Helena mandó erigir un sepulcro en la gruta donde supuestamente María recibió la Anunciación del Ángel Gabriel. Helena fue posiblemente quien le convenció para que declarara al cristianismo romanizado religión oficial del Imperio de Roma. Por desgracia, su hijo y la Iglesia oficial persiguió a los cristianos ebionitas, donatistas y otros que no pensaban como Roma, quienes al final acabaron marginados o pasados a cuchillo. 

[4] Para el estudio de los Rollos del Mar Muerto y los Esenios hay obras interesantes como:

The Essene Odyssey. Hugh Schonfield.

Early Christian Life and Thought in Social Context, Mark Harding

Qumran and the Essenes: A re-evaluation of the evidence. Lena Cansdale

The Dead Sea Scrolls and the First Christians, Robert Eisenman.

Otras fuentes:

Sobre los Nazarenos y su relación con Jesús, es recomendable leer el addendum contenido en The Passover Plot, de Hugh Schonfield, uno de los mayores expertos reconocidos en la materia. 

Webs de interés:



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